En el último Superbowl, marcas como Airbnb, Budweiser y Coca Cola elevaron la voz contra Trump y sus medidas migratorias. La respuesta del público fue elocuente.
por Manu Chatlani, director de Jelly (*publicada en revista Qué Pasa)
No basta con estar secretamente en contra. Con deslizar comentarios contra la autoridad o reclamar por algún problema en particular. Estamos viendo un giro que se acentuó en la última versión del Superbowl. Durante el evento, marcas como Airbnb, Budweiser y Coca Cola elevaron la voz con spots que apelaban, directa e indirectamente, a la medida impulsada por Donald Trump, tendiente a impedir la llegada de inmigrantes de siete países. Incluso hubo una marca pequeña -84 Lumber- que fue más allá y mostró el peligro del muro que pretende construir el Presidente de EEUU y cuyo tráfico al sitio web, para terminar de ver la historia que fue censurada por televisión, terminó por "botarlo". Estamos hablando de comerciales que generaron 29 millones de reproducciones en Youtube, dando paso a conversaciones y discusiones que escapan a la publicidad.
El activismo de marcas es una respuesta ligada al activismo de los consumidores. La lógica: las marcas toman una postura, que suele ser dura y crítica y que comunica una gran idea en base a una visión distinta, que está en sincronía con un problema que afecta a la ciudadanía. "Para algunas marcas es un tema de percepción pública, para otras, un tema de principios y para otras se trata de alinear los valores de su marca con los valores de sus consumidores", reflexiona David Armano, Director de Estrategia Global de Edelman.
Si esta alineación es perfecta, veremos consumidores empoderados enamorándose más de su producto favorito por esa visión compartida, por defender algo que es, en su punto de vista, 100% justo. Esto transforma la marca y la separa de su categoría. Tiene opinión, es distinta y vale la pena ser cercano a ella, porque las cosas importantes de verdad le importan.
Esta explosión en activismo de marcas no tiene que ver solo con el Superbowl y spots para la TV o redes sociales. Más de 100 compañías donde destacan Apple, Facebook, Google, Airbnb, Twitter, Spotify, Microsoft, Intel y Netflix firmaron una carta conjunta contra la medida impulsada por la Casa Blanca. Esto equivale a levantarse, golpear la mesa y llevarle la contra, abiertamente, al Presidente de Estados Unidos. Algo impensado quizás. Ya no basta el comunicado de prensa y la simple declaración de intenciones. Las personas demandan marcas más humanas, a las que le importen las personas y no solo vender.
El activismo puede gatillar errores comerciales de proporciones si la marca no está en perfecta sincronía con lo que piensa el círculo más importante y leal de sus consumidores, tanto a la hora de lanzar una acción como a la hora de apoyar una causa que nace en la ciudadanía. Es lo que le pasó a Uber en Estados Unidos cuando se descolgó del paro de taxistas en Nueva York (iniciado a raíz de la medida de Trump) y con un contexto particular: su CEO era parte del consejo asesor del presidente. Nació la campaña #DeleteUber y 200 mil personas borraron la aplicación. La respuesta del público no se dejó esperar.
Para que esto no ocurra -y antes de cualquier tipo de acción- es importante contar con inteligencia. Estudios en tiempo real, análisis profundos en digital y redes sociales, y encuestas para medir periódicamente qué tan alineada está la marca con las personas.